Manicura

(s.f. de mano y curar)

Arte de embellecer, pintar y cuidar las uñas. Pérdida de tiempo. Acumulación de glamour. Terapia alternativa.


“And I forget just why I taste 
Oh, yeah, I guess it makes me smile 

I found it hard, it's hard to find 

Oh well, whatever, nevermind” 

"Smells Like Teen Spirit" - Nirvana

Un día terminás de cursar y de rendir parciales y finales y algo tremendo sucede con tu cuerpo: te crecen las uñas.
Ya no hay nervios que se apoderen de tus manos: te crecen las uñas.
Ya habías escuchado que las uñas siguen creciendo aún en la muerte. Y ahora que se murió tu vida académica, ahora, en esta postvida académica, recuperaste las mañas, la vida y las uñas. Aparece, entonces, todo un nuevo ajuar de belleza que antes no estaba destinado a vos. El único esmalte que conocías es ese amargo que te recomendó una amiga que te quería ayudar, pero que no tenía en cuenta que si tomás el café sin azúcar, chuparte los dedos y tener ese gusto es casi el paraíso.
Entonces, vas a cualquier local de chucherías y pegás una mirada en ese estante tan lleno de color y de adolescencia pop [véase Efecto Todo Moda]. Te relajás, agarrás un rosita, un violetita, o algún color diminutivo. Quitaesmalte. ¿Alicate tenés? ¿Y qué es este cubilete que te moldea las uñas? No, no sabía qué eran las cutículas. Y no entiendo para qué sirve esto, pero tiene linda forma. Parece uno de esos cosos para pegarle al otro en la nariz, ¿no? Pero de goma espuma. Y rosa.
Estás lista.
Una mano pinta a la otra. Pero no es retrospectivo. Comprobás que tenés la mano izquierda muerta y la motricidad fina de un niño.
No hay forma. No sabés pintar por adentro de las líneas. Estás grande para admitirlo. Y te alegrás que el rosita en los dedos no se nota tanto.
Pero empezás a aprender. Y ahí llega el caos total. La liberación. Te comprás el primer esmalte con brillos y fuiste.
Porque el rosita se convierte en un verde, un azul, otro verde, un rojo.
Y ahora ya no vas a esos locales. Entrás en Farmacity y caminás al sector de los esmaltes. Colorama te enamora. Y tiene colores con nombre de fantasía. Y ahora ya no te pintás con rosita, con violetita, porque no sos una novata. De repente, te pintás con Hippie Chic y sabés que llegaste.

Es momento, y a mucha honra, de invitar a la fiesta a las uñas de los pies.

1 comentario:

  1. ¡buenísimo! estoy en la etapa del rosadito aún (y de ocultarlo para no ser #minita)

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