Efecto Todo Moda

Dícese de la atracción generada por un grupo más o menos numeroso de cosas que después, vistas una por una, no están tan buenas después de todo. 

Toma su nombre de uno de los casos más frecuentes: una entra deslumbrada a Todo Moda -esa meca de la chuchería, esa tentación ineludible de consumir porquerías brillosas con olor a tuttifrutti- y va derecho a la pared donde cuelgan, verbigracia, collarcitos de cuentas de 25 colores distintos. Es todo lindo, lindo, y encima tobara, así que decide inmediatamente llevar uno. Pero a la hora de elegir uno en particular, lo piensa, lo piensa, y de a poco se aviva de que las cuentitas son medio berretas, que el largo es medio incómodo, que le va a hacer el cuello gordo (?) o que en realidad no lo necesita. 
Le baja un poco el frenesí inicial, ese encantamiento que tiene que ver menos con el olor a tuttifrutti que con el impacto visual inmediato del brillo, la serie y la variedad cromática. 
Nada que hacer: aún con los 30 asomándose en el horizonte, una ve un grupo de objetos acomodaditos por color y todavía la sigue poniendo tan contenta como ordenar su primer juego de lápices a los 6 años. Todo lo que sea "pinturitas" (marcadores, esmaltes, maquillaje, óleos, muestrarios de Alba, lo que sea) la hace mear de la emoción. 

El efecto Todo Moda, entonces, esa lindura colectiva que se desmonta a la hora de elegir un elemento en particular, puede ser generado también por grupos humanos. Porque vamos, en el fondo una sabe que de a uno los pibes de Onda Vaga no son tan lindos. 


1 comentario: