Hermana mayor


Sustantivo compuesto. Femenino.


Asignación otorgada por la (oh, diosa) Selección Natural a un pedazo de materia consciente en el primer eslabón de una cadena filial x, en un núcleo familiar x. Se cimienta además en la construcción etnosociocultural de un rol que supone -antes que nada- la tolerancia estoica y permanente para con padres (ver padres), hermanos menores (ver: hermana menor), sociedad toda (ver la sociedad).
Sobre la hermana mayor suele decirse: que es el conejillo de indias de los pedazos de materia consciente que están dilucidando, en la marcha, sentidos posibles para esa cosita loca llamada paternidad; que se piensa que es la madre; que los cuida como si fuera una pequeña madre; que te dejo a cargo de la cena; que destiendas la ropa porque tu hermano no sabe; que es obediente y colaboradora; que es muy madura para su edad.  Todo eso es cierto.
Pero resulta también que la hermana mayor ha interactuado con el *ratón Pérez* primero, que menstruó y pegó el estirón primero, que se lavó el culo y los calzones sola primero (sencillamente, porque nació primero...) y tiene que sobrellevar una batería de gestos variopintos de minimización que los eslabones subsiguientes de la cadena filial despliegan hacia ella para intentar superar ese desnivel jerárquico que ordena la concatenación filial. Sin embargo, la hermana mayor sabe archivar fechas y datos -en virtud de la táctica y estrategia desarrollada para sobrevivir a los experimentos paternos- y ha aprendido (también primero) en qué momento de la sobremesa recordar hasta qué edad el hermano menor se hizo pis en la cama.
La relación emblemática entre hermana mayor y un eslabón subsiguiente de una cadena filial puede recuperarse del cine; de Jurassic Park, para ser exacta: sos un poco geek (el sistema operativo Unix te resulta pan comido) y ya con 13 o 14 años sos vegetariana, es decir, que tenés re laburado el asunto de los impulsos y las pasiones en plena adolescencia: sos una sobreadaptada. El subsiguiente eslabón de la cadena filial es un huevoncito, pantalones cortos, que no ha pegado todavía el estirón y que flashea con las teorías en disputa para explicar la extinción de los dinosaurios (!). Como son nietos de un viejo escocés y millonario que inventó un parque temático con dinosaurios vivos  sin reparar en gastos -pero tampoco en el principio de realidad-, ahora tenés que fumarte una secuencia de terror en la cocina del restaurante tropical del parque, donde tres velocirraptors asesinos se regodean asignándote el rol de presa antes que del de hermana mayor. Te hacés cargo de la situación y de lo que los otros te adjudicaron pero, obviamente, para retrucarlos desde ahí (seguro hiciste Judo). Así que te encargás de birlarle el morfi a tres tiranosaurios con un juego de espejos. Guardás tu pellejo metiéndote en el horno y después encierran a los dinos en la heladera frigorífica. Se salvan y Steven Spielberg reescribe así Hansel y Gretel.

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